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Bienvenidos a mi blog, este espacio lo voy a usar para publicar cosas que me interesen, ya sean pensamientos mios o articulos interesantes, videos, o simplemente imagenes. Cuando tenga un tiempo, voy a descargarme aca, es una buena forma aparte de compartir con los que ven este blog, por lo menos una vez al dia, diariamente mis pensamientos ( aunque no lo voy a hacer con tanta periocidad). Espero que les guste y les interese al menos leer alguna de las entradas.

28 de marzo de 2011

Investigacion, "soy visible, luego existo".

Existes porque estás en Facebook
En los últimos tiempos, los individuos deben hacer su propio show para dar cuenta de su existencia. En la actualidad, el “parecer” pesa más que el “ser”. El mundo exige que uno se muestre y para eso se cuenta con el efecto de las cámaras de televisión, las estructuras políticas, las redes sociales y cada uno de nosotros, que formamos parte de esta sociedad. Pero hay peligros. El exponer nuestra información en Internet hace que quedemos al alcance de cualquiera, lo que puede acarrear consecuencias delictivas. Por otra parte, esta exhibición constante nos mantiene alejados de nuestro espacio interior. Cuando el “sistema se cae”, estamos indefensos, vulnerables y no nos alcanzan las herramientas para sostenernos. Sospecho que la “extimidad” es sólo un camino de ida. Llegó para quedarse, no sé si definitivamente, pero sí por bastante tiempo. Nos queda reflexionar. Por un lado, ¿difundir en los medios audiovisuales aspectos de nuestra vida cotidiana nos humaniza? ¿Saber que el otro también se baña a la mañana como yo me acerca? Por el otro lado, estará en uno poner límites para mostrarse. Está bien ingresar en las redes sociales. Pero un rato nomás. Siempre es una excelente opción leer un buen libro.


Las redes sociales, fundamentalmente, cambiaron las maneras de “ser” y “estar”. Lo que antes se reservaba entre cuatro paredes, hoy se exhibe sin tapujos. Con la frontera entre lo privado y lo público quebrada, la intimidad le deja paso a la extimidad. La antropóloga Paula Sibilia y diversos especialistas analizan cómo enfrentar este nuevo fenómeno.
al vez, el logro cúlmine de Internet no haya sido atravesar la cotidianidad en casi todos sus ámbitos, sino hacer realidad lo que navegaba por la mente de Jorge Luis Borges cuando escribió esa serie de cuentos en donde ahondaba sobre el concepto de un espacio sin espacialidad; mejor dicho, una espacialidad virtual que abarque “todo” (en la acepción más literal del término).
Ese “todo”, relevante o trivial, cosechó bondades a tal extremo que ya nadie imagina una vida sin la Web. No obstante, también se cobró una víctima insoslayable: la intimidad. Twitter, Facebook, YouTube, MySpace, blogs o fotologs son voluntariosos hacedores del culto a la personalidad, donde individuos comunes (amén de las celebrities) abandonan el anonimato para lanzarse al dominio del espacio público. Así, comparten con un sinfín de internautas (se estima que, en 2016, serán alrededor de 2000 millones) con cuál de los dos pies se levantaron de la cama, qué blusa se pondrán para ir a la oficina, cuál será el plan del fin de semana o el estado de su situación sentimental.
¿A qué bolsillo roto habrá ido a parar la intimidad si “todo” se dice y “todo” se muestra? En este contexto, irrumpe la “extimidad”. Esta especie de neologismo, que foguea la idea de hacer externa la intimidad, parece ser el gran protagonista de la escena contemporánea, acompañado por los diversos modos que asume el “yo”.
Según la mirada de Paula Sibilia, flota en el aire una suerte de “narcicismo exacerbado” –u “ombliguismo”, como suele definir en sus entrevistas– que deriva en sociedades que privilegian las “apariencias” por sobre las “esencias”. De esa manera, el ser y el parecer se (con)funden. Sibilia, argentina radicada en Brasil, es especialista en comunicación y antropología, docente en la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro y autora de varios libros. Casualmente, en su obra La intimidad como espectáculo, analiza el veloz distanciamiento que se produjo en los últimos años respecto de las formas típicamente modernas de “ser y estar” en el mundo, y de aquellos instrumentos que solían usarse para la construcción de sí mismo, hoy casi totalmente eclipsados.
Para Sibilia, existía, en un pasado no tan lejano, una interioridad tan rica como densa, misteriosa y oculta, pero, a la vez, sumamente fértil y estable, que se cultivaba en el silencio y en la más absoluta soledad de lo privado. “En los albores del siglo XXI, nos sorprende la popularidad de un conjunto creciente de canales mediáticos que permiten exhibir la propia intimidad y consumir ávidamente la ‘vida privada’ ajena. Desde los reality shows de la televisión hasta las webcams de Internet, pasando por todos los servicios de la llamada Web 2.0, y, por qué no, las revistas del corazón o los programas de chimentos”, dice Sibilia. “En este cuadro, algo cambió y mucho. En los días que corren, la intimidad, que antes debía protegerse bajo llave, resguardada de la intromisión por las leyes del recato y otras barreras físicas y morales, invade sin pudores el más público de los espacios y se muestra descaradamente ante quien quiera echar un vistazo. Eso es lo que denominamos ‘extimidad’”.




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